LA CARTA DEL JAFE SUQUAMISH

LA CARTA DEL JAFE SUQUAMISH

Chief Seattle, 1786 - Junio 7, 1866


Acerca de una carta que el jefe de la tribu Suwamish envió en 1854 al presidente Franklin Pierce en respuesta a la oferta de compra de las tierras de los Suwamish).

Letter of Chief Seathl (Seattle) of the Suwamish Tribe to the President of the United States of America, Franklin Pierce, 1854

*** CHIEF SEATTLE'S REPLY ***


Así termina la vida y comienza el sobrevivir

"El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras. El Gran Jefe también nos envía palabras de amistad y buena voluntad. Apreciamos esta gentileza porque sabemos que de no hacerlo, el hombre blanco podrá venir con sus armas de fuego y tomarse nuestras tierras. El Gran Jefe en Washington podrá confiar en lo que dice el Jefe de los Suwamish con la misma certeza con que nuestros hermanos blancos podrán confiar en la vuelta de las estaciones. Mis palabras son inmutables como las estrellas.

¿Cómo podeis comprar o vender el cielo, el calor de la tierra?

Esta idea nos parece extraña. No somos dueños de la frescura del aire ni del centelleo del aua. ¿Cómo podriais comprarnos a nosotros? Lo decimos oportunamente. Habéis de saber que cada partícula de esta tierra es sagrada para mi pueblo. Cada hoja resplandeciente, cada playa arenosa, cada neblina en el oscuro bosque, cada claro y cada insecto con su zumbico son sagrados en la memoria y la experiencia de mi pueblo. La savia que circula en los árboles porta las memorias del hombre de piel roja.

Los muertos del hombre blanco se olvidan de su tierra natal cuando se van a caminar por entre las estrellas. Nuestros muertos jamás olvidan esta hermosa tierra porque ella es la madre del hombre de piel roja. Somos parte de la tierra y ella es parte de nosotros. Las fragantes flores son nuestras hermanas; el venado, el caballo, el águila majestuosa son nuestros hermanos. Las cretas rocosas, las savias de las praderas, el calor corporal del potrillo y el hombre, todos pertenecen a la misma familia.

Por eso cuando El Gran Jefe de Washington manda decir que desea comprar nuestras tierras, es mucho lo que pide. El Gran Jefe manda decir que nos reservará un lugar para que podamos vivir comodamente entre nosotros. El será nuestro padre y nosotros seremos sus hijos. Por eso consideraremos su oferta de comprar nuestras tierras. Mas, ello no será fácil porque estas tierras son sagradas para nosotros. El agua centellante que corre por los rios y esteros no es meramente agua, sino la sangre de nuestros antepasados. Si os vendemos estas tierras tendréis que recordar que ellas son sagradas y deberéis enseñar a vuestros hijos que lo son y que cada reflejo fantasmal en las aguas claras de los lagos habla de acontecimientos y recuerdos de la vida de mi pueblo. El murmullo de agua es la voz del padre de mi padre.

Los rios son nuestros hermanos, ellos calman nuestra sed. Los rios llevan nuestras canoas y alimentan a nuestros hijos. Si os vendemos nuestras tierras, deberéis recordar y enseñar a vuestros hijos que los rios son nuestros hermanos y hermanos de vosotros; deberéis en adelante dar a los rios el trato bondadoso que daríais a cualquier hermano.

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Sabemos que el hombre blanco no comprende nuestra manera de ser. Le da lo mismo un pedazo de tierra que el otro porque él es un extraño que llega en la noche a sacar de la tierra lo que necesita. La tierra no es su hermano sino su enemigo. Cuando la ha conquistado la abandona y sigue su camino. Deja detrás de él las sepulturas de sus padres sin que le importe. Despoja de la tierra a sus hijos sin que le importe. Olvida la sepultura de su padre y los derechos de sus hijos. Trata a su madre, la tierra, y a su hermano, el cielo, como si fuesen cosas que se pueden comprar, saquear y vender, como si fuesen corderos y cuentas de vidrio. Su insaciable apetito devorará la tierra y dejará tras si sólo un desierto.

No lo comprendo... Nuestra manera de ser es diferente a la vuestra. La vista de vuestras ciudades hace doler los ojos al hombre de piel roja. Pero quizás sea así porque el hombre de piel roja es un salvaje y no comprende las cosas. No hay ningún lugar tranquilo en las ciudades del hombre blanco, ningún lugar donde pueda escucharse el desplegar de las hojas en primavera o el rozar de las alas de un insecto. Pero quizás sea así porque soy un salvaje y no puedo comprender las cosas. El ruido de la ciudad parece insultar los oidos. ¿Y qué clase de vida es cuando el hombre no es capaz de escuchar el solitario grito de la garza o la discusión nocturna de las ranas alrededor de la laguna? Soy un hombre de piel roja y no lo comprendo. Los indios preferimos el suave sonido del viento que acaricia la cala del lago y el olor del mismo viento purificado por la lluvia del mediodía o perfumado por la fragancia de los pinos.

El aire es algo precioso para el hombre de piel roja porque todas las cosas comparten el mismo aliento: el animal, el árbol y el hombre. El hombre blanco parece no sentir el aire que respira. Al igual que un hombre muchos días agonizante, se ha vuelto insensible al hedor. Mas, si os vendemos nuestras tierras, debéis recordar que el aire es precioso para nosotros, que el aire comparte su espíritu con toda la vida que sustenta. Y si os vendemos nuestras tierras, debeis dejarlas aparte y mantenerlas sagradas como un lugar al cual podrá llegar incluso el hombre blanco a saborear el viento dulcificado por las flores de la pradera.

E o que resta da vida se um homem não pode ouvir um choro solitário de uma ave ou o debate dos sapos ao redor de uma lagoa, a noite? eu sou um homem vermelho e ão compreendo. O índio prefere o suave murmúrio do vento encrespando a face do lago, e o próprio vento, limpo por um chuva diurna ou perfumado pelos pinheiros.

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Consideraremos vuestra oferta de comprar nuestras tierras. Si decidimos aceptarla, pondré una condición: que el hombre blanco deberá tratar a los animales de esta tierra como hermanos. Soy un salvaje y no comprendo otro modo de conducta. He visto miles de búfalos pudriendose sobre las praderas, abandonados allí por el hombre blanco que les disparó desde un tren en marcha. Soy un salvaje y no comprendo como el humeante caballo de vapor puede ser más importante que el búfalo al que sólo matamos para poder vivir. ¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales hubiesen desaparecido, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu. Porque todo lo que ocurre a los animales, pronto habrá de ocurrir también al hombre. Todas la cosas están relacionadas entre sí.

Vosotros debéis enseñar a vuestros hijos que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, debéis decir a vuestros hijos que la tierra está plena de la vida de nuestros antepasados. Debéis enseñar a vuestros hijos lo que nosotros hemos enseñado a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que afecta a la tierra afecta a los hijos de la tierra. Cuando los hombres escupen en el cielo se escupen a sí mismos.

Esto lo sabemos, la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra.


Esto lo sabemos, la tierra no pertenece al hombre, sino que el hombre pertenece a la tierra.

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El hombre no ha tejido la red de la vida: es sólo una hebra de ella. Todo lo que haga a la red se lo hará a sí mismo. Lo que ocurre a la tierra ocurrirá a los hijos de la tierra. Lo sabemos. Todas las cosas están relacionadas como la sangre que une a una familia.

Aún el hombre blanco, cuyo Dios se pasea con él y conversa con él -de amigo a amigo-, no puede estar exento del destino común. Quizás seamos hermanos, después de todo lo veremos. Sabemos algo que el hombre blanco descubre algún día: que nuestro Dios es su mismo Dios. Ahora pensais quizás que sois dueño de nuestra tierra, pero no podréis serlo. El es el Dios de la humanidad, y su compasión es igual para el hombre de piel roja que para el hombre blanco. Esta tierra es preciosa para Él y el causarle daño significa mostrar desprecio hacia su creador. Los hombres blancos también pasarán, talvéz antes de las demás tribus. Si contamináis vuestra cama moriréis alguna noche sofocados por vuestros propios desperdicios. Pero aún en vuestra hora final os sentiréis iluminados por la idea de que Dios os trajo a estas tierras y os dio el dominio sobre ellas y sobre el hombre de piel roja, con algún propósito especial. Tal destino es un misterio para nosotros porque no comprendemos lo que será cuando los búfalos hayan sido exterminados, cuando los caballos salvajes hallán sido domados, cuando los recónditos rincones de los bosques exhalen el olor a muchos hombres y cuando las vistas hacia las verdes colinas estén cerradas por un enjambre de alambres parlantes.

¿Dónde está el aguila?

Desapareció.

¿Dónde está el espeso bosque?

Desapareció.

Así termina la vida y comienza el sobrevivir ..."


Index

Esta coluna é dedicada a expressar pontos de vistas e opiniões sobre a temática ambiental e é editada por Eduardo Cesana.

Comentários e sugestões sobre os artigos apresentados são bem vindos e devem ser enviados para a redação: ecesana@ecologica.com.br

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ITALIANO


Nel 1854 il "Gran capo bianco" di Washington, il presidente degli Stati Uniti Franklin Pierce, fece un'offerta per acquistare una grande estensione del territorio indigeno e promise una riserva per il popolo pellerossa. Il Capo Seattle della tribù Suwamish, rispose con questa lettera, che è stata considerata la più bella e profonda dichiarazione d'amore alla natura e all'ambiente.

Se la leggete con una certa attenzione, troverete le numerose analogie con qualcosa di profondamente diverso, dalla cultura di un pellerossa: Il cantico delle creature di San Francesco.

Come si può comprare o vendere il cielo o il calore della terra?

Per noi è un'idea strana. Se non ci appartengono né la freschezza né lo scintillio dell'acqua come potreste comprarcelo?

Ogni piccola parte di questa terra è sacra per il mio popolo. Il pino maestoso, la spiaggia arenosa, la bruma dei boschi, ogni insetto che nasce, il suo ronzio... è sacro nella memoria del mio popolo. La linfa che percorre gli alberi porta il ricordo del pellerossa.

I morti dell'uomo bianco si dimenticano della loro terra natale quando vanno a passeggiare tra le stelle. I nostri morti, invece, non dimenticano mai questa bella terra, perché essa è madre del pellerossa. Siamo parte della terra ed essa è parte di noi. I fiori profumati sono nostri fratelli, il cervo, il cavallo, l'aquila maestosa sono nostri fratelli. Le cime rocciose, l'odore delle praterie, il calore del corpo del puledro e l'uomo: tutti apparteniamo alla stessa famiglia.

Quando il Gran Capo di Washington ci manda a dire che desidera comprare la nostra terra, è molto quello che ci chiede. Il Gran Capo dice che riserverà per noi un posto, dove poter vivere comodamente. Lui sarà nostro padre e noi saremo suoi figli. Per questo, stiamo considerando la sua offerta di comperare la nostra terra. Ma non sarà facile perchè la terra per noi è sacra.

L'acqua scintillante che corre nei ruscelli e nei fiumi non è solo acqua: è il sangue dei nostri avi. Se noi vi vendiamo la nostra terra, voi dovreste ricordare che essa è sacra, e dovreste insegnarlo ai vostri figli, dovreste insegnare loro, che ogni immagine che si rispecchia nell'acqua dei fiumi o dei laghi parla di avvenimenti e ricordi della vita del nostro popolo. Se vi vendiamo la terra, voi dovreste insegnare ai vostri figli che i fiumi e i laghi sono nostri fratelli e che meritano l'attenzione che merita un fratello.

Sappiamo che il bianco non capisce il nostro modo di essere. Per lui un pezzo di terra è uguale ad un altro. Lui è come un estraneo che arriva nella notte, strappa alla terra quello che gli è necessario e se ne va. Non guarda alla terra come ad una sorella ma come ad un nemico. E quando l'ha conquistata l'abbandona e parte per altri destini. Lascia indietro le tombe dei suoi padri e non se ne cura. Viola la terra dei suoi figli e non se ne cura. Tratta la sua madre terra e suo fratello, il cielo, come cose che si possono comprare, saccheggiare, vendere, come pecore o lucenti monili. Il suo appetito divorerà la terra e temo, che dietro, resterà solo il deserto.

Non so. Le nostre usanze sono diverse dalle vostre. L'immagine delle vostre città ferisce l'occhio del pellerossa, ma probabilmente perché il pellerossa è selvaggio e non capisce.

Non esiste tranquillità nelle città dei bianchi. Non c'è un posto dove si possa ascoltare il rumore delle foglie o il sussurro delle ali di un insetto. Ma forse dico questo perché sono un selvaggio e non capisco. Il rumore delle città disturba l'udito. Come sarebbe la vita dell'uomo se non potesse ascoltare il grido solitario del coiote o l'animata conversazione notturna dei rospi nello stagno? Io sono pellerossa e non capisco.

L'aria è preziosa per il pellerossa, perchè tutte le cose condividono lo stesso respiro. Le bestie, l'albero, l'uomo... tutti condividono lo stesso alito. L'uomo bianco sembra non accorgersi che respira l'aria. Come un essere agonizzante da molto tempo, è insensibile al cattivo odore.Ma se noi vi vendiamo la terra, voi dovreste ricordarvi che l'aria è sacra. L'aria che ha raccolto il primo respiro del nostro antenato e ne ha raccolto anche l'ultimo. Voi dovreste mantenerla intatta e sacra perchè si possa assaporare il vento purificato dal profumo dei fiori.

Se decidiamo di vendere la terra, lo faremo ad una condizione, l'uomo bianco dovrà trattare gli animali e queste terre come suoi fratelli e sue sorelle

Io sono un selvaggio e non capisco altre forme di pensiero. Ho visto migliaia di bufali imputridire nella prateria, abbandonati dai bianchi dopo averli colpiti con il fucile da un treno in corsa. Io sono un selvaggio e non capisco come il fumeggiante cavallo di ferro, sia più importante del bufalo che noi sacrifichiamo soltanto quando ne abbiamo bisogno per sopravvivere.

Cos'è l'uomo senza animali? Se tutti sparissero l'uomo avrebbe una gran solitudine di spirito. Perchè tutto quello che accade agli animali, in seguito si ripercuote sull'uomo.

Tutti noi esseri viventi siamo mutuamente dipendenti uno dall'altro.

Noi sappiamo questo: la terra non appartiene all'uomo, è l'uomo che appartiene alla terra. Noi sappiamo che tutte le cose appartengono ad una unica famiglia. Tutto è unito. L'uomo non ordisce il tessuto della vita è solo uno dei suoi fili. Quello che l'uomo fa a questo tessuto lo fa a se stesso.

Noi sappiamo una cosa che l'uomo bianco non sa, ma un giorno scoprirà, il vostro Dio e il nostro Dio sono lo stesso Dio.

Voi pensate che Lui sia una vostra proprietà, come per la terra, ma non è così. E non sarà così. Lui è Dio di tutti gli esseri e la sua compassione è la stessa verso il popolo pellerossa e verso l'uomo bianco.

Per Lui la terra è preziosa e recar danno alla terra è disprezzare il Creatore.

Questo destino per noi è un mistero.

Ma noi siamo selvaggi e non capiamo quando vediamo tutti i bufali sacrificati, i cavalli selvaggi domati, gli angoli dei boschi impregnati dall'odore di molti uomini, le cime delle montagne macchiate di filo spinato.

Dov'è il bosco? E' sparito! Dov'è l'aquila? Sparita!

E' la fine della vita e l'inizio della sopravvivenza.

CATALAN

Carta enviada l´any 1855 al Presidents d´Estats Units, Frankin Piece, pel Cap de la tribu Suwamish, Seattle.

La tribu establerta als territoris que avui formen l´Estat de Washington.

"El gran cabdill de Washington ha manat fer-nos saber que ens vol comprar les terres. El gran cabdill ens ha enviat també paraules d´amistat i de bona voluntat. Molt apreciem aquesta finesa perquè coneixem la poca falta que li fa la nostra amistat. Volem considerar l 'oferiment doncs bé sabem que, si no ho féssim, poden venir els homes de pell blanca a prendre'ns les terres amb les armes de foc.

Que el gran cabdill de Washington confii en la paraula del líder Seattle amb la mateixa certitut que espera el retorn de les estacions. Són com els estels d'inmutables les meves paraules.

Com podeu comprar o vendre el cel, o l´escalfor de la terra?

Se'ns fa estranya aquesta idea. No són pas nostres la frescor de l´aire, ni el llambreig de l'aigua. Com podrien ser comprats. Ho decidirem més endavant. Hauríeu de saber que el meu poble té per sagrat cada bocí d'aquesta terra, que és la mare. La fulla lluenta, la platja sorrenca, la boira dins la foscor del bosc, la clariana enmig de l'arbreda i 'insecte brunzinaire: són sagrades-experiències i memòria del meu poble. La saba que puja pels arbres porta remembrances de l'home de pell roja.

Els morts de l'home de pell blanca obliden la seva terra quan comencen el viatge entreemig dels estels. Els nostres morts mai no se'ns allunyen de la terra, que és la seva terra, que és la seva mare. Som un bocí d'aquesta terra; estem fets anb una part d'ella. La flor perfumada, el cérvol, el cavall, l'àliga majestuosa: tots són els nostres germans. Les roques dels cims, el suc de l'herba fresca, l'escafor corporal del poltre: tot pertany a la nostra família.

Per això quan el gran cabdill de Washington fa dir-nos que ens vol comprar les terres, és massa el que demana. EL gran cabdill vol donar-nos un lloc perquè hi visquem tots plegats. Ell ens farà de pare i nosaltres serem els seus fills. Hem de rumiar el seu oferiment. No es presenta gens fàcil, car les terres són sagrades. L'aigua espurnant dels nostres rius i aiguamolls no és només aigua, sinó la sang dels nostres avantpassats. Si us venguéssim aquestes terres, caldria que recordéssiu que són sagrades i hauríeu d'ensenyar als vostres fills que ho són i que els reflexos misteriosos de les aigües clares dels llacs narren els esdeveninlents de la vida del poblé. El remugó de l'aigua és la veu del pare, del meu pare.

Els rius són germans nostres perquè ens alliberen de la set. Els rius arroseguen els nostres canots i apeixen els nostres fills. Si us venguéssm les terres, caldria que recordéssiu i ensenyéssiu als vostres fills que els rius són germans nostres i també vostres. Hauríeu de tractar els rius amb bon cor.

Bé prou sabem que l´home de pell blanca no pot pas entendre la nostra manera de ser. Tant li fa un tros de terra com un altre, perquè és com un estrany que arriba de nit a treure de la terra tot allò que necessita. No veu pas la terra com a germana, ans més aviat aviat com a a enemiga. Quan ja l´ha fet seva la menysprea i segueix caminant. Deixa darrera seu les sepultures dels pares i no sembla que se'n dongui. No li dol desposseir a la terra dele seus fills. Oblida la tomba del seu pare i els drets dels seus fills. Tracta la mare terra i el germà cel com si fossin bestiar o collarets. La seva fam insaciable devorarà la terra i darrera seu no deixarà més que un desert.

No ho puc comprendre. Nosaltres som d'una manera de ser ben difenta. Les vostres ciutats fan mal d'ulls a l'home de pell roja. Potser que sigui així perquè l'home de pell roja és salvatge i no pugui comprendre les coses. No hi ha cap lloc tranquil a les ciutats de l'home de pell blanca; cap lloc on es pugui escoltar a la primavera el desplegament de les fulles, o el refrec d'ales d'un insecte. Potser m'ho sembla així perque sóc salvatge i no comprenc bé les coses. El soroll de la ciutat és un insult per a l'oïda. I jo em pregunto: quina mena de vida té l'home que no és capaç d'escoltar el solitari crit de la garsa, o la discussió nocturna de les granotes al voltant de la bassa? Sóc home de pell roja i no ho puc entendre. Als indis ens delita la lleugera remor del vent fregant la cara del llac i la seva olor després de la pluja del migdia que porta la fragància de l'avetosa.

L'home de pell roja és coneixedor del valor inapreciable de l'aire, car totes les coses respiren el seu alè: l'animal, l'arbre, l'home. Però sembla que l'home de pell blanca no senti l'aire que respira. Com si fos un home que fa dies que agonitza, no és capaç de sentir la pudor. Tanmateix, si us venguéssim les terres, hauríeu de tenir en compte de quina manera estimem l'aire, perquè l'aire és l'esperit que infon la vida i tot ho comparteix. Si us venguéssim les terres, hauríeu de deixar-les en pau i que restessin sagrades, perquè fossin lloc on fins i tot l 'home de pell roja hi pogués assaborir el vent endolcit per les flors de la prada.

Volem considerar el vostre oferiment de corrprar-nos les terres. Si decidíssim acceptar-lo, hauré de posar-vos una condició: que l 'home de pell blanca miri els animals d'aquesta terra com a germans. Sóc salvatge, però em sembla que ha de ser així. Tinc vistos búfals a milers podrint-se abandonats a les praderies; l 'home de pell blanca els dispara des del cavall de foc sense aturar-se. Jo sóc salvatge i no comprenc per que el cavall de foc val més que el búfal, doncs nosaltres el matem a canvi només que de la nostra pròpia vida. Què pot ser de l'home sense els animals? Si tots els animals desapareguessin, l'home hauria de morir amb gran solitud d'esperit. Perquè tot allò que passa als animals, ben aviat esdevé tanbé a l'home. Totes les coses estan lligades entre si.

Caldria que ensenyéssiu als vostres fills que el sòl que trepitgen és la cendra dels avis. Respetaran la terra si els dieu que és tota plena de vida dels avantpassats. Cal que els vostres fills sàpiguen, igual que els nostres, que la terra és la mare de tots nosaltres. Que de tot estrall causat a la terra en pateixen els seus fills. L'home que escup a terra, a si mateix s'està escopint.

D'una cosa n'estem ben segurs: la terra no pertany a l 'home; és l'home qui pertany a la terra. L 'home no ha teixit la xarxa que és la vida, car ell només n´és un fil. Està temptant la seva malaurança si gosa trencar la xarxa. El patiment de la terra esdevé per força patiment pels seus fills. N'estem ben segurs. Totes les coses estan lligades com la sang d'una mateixa família.

Fins i tot l 'home de pell blanca, que té amistat amb Déu i s´hi passeja i li parla, no pot pas defugir aquest destí nostre comú. Potser és veritat que som germans. Ja ho veurem. Sabem quelcom que tal vegada descobrireu vosaltres més endavant: que el nostre Déu és el mateix que el vostre. Us penseu que potser teniu poder per damunt d'Ell i alhora en voleu tenir sobre totes les terres, però no podreu tenir-ne. El Déu de tots els homes es compadeix igualment dels de pell blanca que dels de pell roja. Aquesta terra és ben preuada pel seu creador i malmetrela seria una greu ofensa. Els homes de pell blanca també sucumbiran potser abans que la resta de les tribus si embruteu el vostre llit, qualsevol nit morireu sufocats pels vostres propis detritus. Però veureu la llum quan arribi la darrera hora i comprendreu que Déu us va conduir a aquesta terra i us permeté el seu domini i la dominació de l'home de pell roja amb algun propòsit especial. Aquest destí és de veritat un misteri, perquè no podem compendre què passarà quan els búfals s´hagin acabat, quan els cavalls hagin perdut la llibertat, quan no quedi cap raconada de bosc sense tuf d'home i quan per damunt dels verds turons topi per totes bandes la nostra mirada amb les teraryiines dels fills de ferro que porten la vostra veu.

On és el bosc espès?

Desaparegué.

On és l'àguila?

Desaparegué....

Aixi s'acaba la vida i comencem a sobreviure!"


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